Bayta Díaz estará presente en nuestro Congreso sobre Salud Mental y Adicciones y centrará su ponencia en los «Nuevos perfiles en adiciones conductuales. Implicaciones en la prevención, diagnóstico y tratamiento»
Hoy hablamos en una interesante entrevista con esta psicóloga. Cofundadora del Instituto de Psicología e Investigación Controla (IPIC) y vicepresidenta de la Asociación Madrileña para el Estudio y Tratamiento de Adicciones Conductuales (AMETAC)
¿Cuáles son, a grandes rasgos, los principales cambios que se están dando sobre las adicciones conductuales?
Si tuviera que resumirlo en una frase sería “todo está conectado”: desde hace unos años los profesionales que nos dedicamos a la prevención, investigación y abordaje terapéutico de las adicciones conductuales hemos sido testigos de un rápido incremento de personas con este tipo de dependencias, en gran parte propiciado por la rápida y amplia difusión de las nuevas tecnologías aplicadas al ámbito de la comunicación, el consumo y el entretenimiento. Casi veinte años dedicados al tratamiento de las adicciones comportamentales, especialmente del trastorno por juego, me permite tener una visión global de este fenómeno, en el que el perfil de jugador tradicional definido por un varón de mediana edad con problemas asociados a máquinas recreativas o bingo desarrollado durante años incluso décadas, se ha sustituido, en un elevado porcentaje, por el de jóvenes que acceden al juego en línea y que empiezan a tener problemas más precozmente y con mayor virulencia. No es extraño encontrar en las consultas y asociaciones de pacientes adolescentes y jóvenes con un patrón de juego caracterizado por una elevada impulsividad, con deudas considerables a pesar de sus escasos ingresos, con graves problemas de convivencia y dificultades para su integración social o laboral. La facilidad de acceso, amplia disponibilidad e inmediatez que proporcionan las nuevas tecnologías han propiciado que el periodo de latencia entre el momento que una persona entra en contacto con el juego de azar y empieza a tener problemas se haya acortado drásticamente, fenómeno que también hemos observado en otro tipo de conductas potencialmente adictivas como son las compras, el consumo de pornografía, las redes sociales o los videojuegos.
» La usencia de barreras físicas junto con la inmediatez de la recompensa nos ha facilitado muchos aspectos de la vida diaria pero también contribuye a la falta de control y el abuso«
Bayta Díaz
¿Por qué están incrementándose tantísimo las conductas adictivas?
Retomando el concepto de “todo está conectado”, cada vez es más difícil separar estas actividades en línea y los posibles riesgos asociados a las mismas, de forma que los videojuegos incorporan compras, redes sociales y elementos propios del juego de azar, multiplicando los posibles riesgos en las personas vulnerables que los consumen. Merece especial atención el éxito entre menores de plataformas y aplicaciones que simulan apuestas deportivas, la promoción de juegos de azar por parte de youtubers e influencers con miles de seguidores, en una gran parte menores de edad, el auge de los e-sports, la omnipresente incorporación de compras para avanzar en los videojuegos (ya sea a través de micro pagos o sorteos como las lootboxes), la proliferación de plataformas de compras… todo ello accesible en cualquier lugar, en cualquier momento y con sólo hacer un clic. La usencia de barreras físicas (horarios de apertura o necesidad de hacer el esfuerzo de trasladarse) junto con la inmediatez de la recompensa (compramos y lo tenemos al día siguiente, descargamos una aplicación y jugamos inmediatamente, en apenas segundos tenemos acceso a una ingente cantidad de contenidos, ya sean artículos científicos o, desgraciadamente, contenidos pornográficos)… todo ello nos ha facilitado muchos aspectos de la vida diaria pero también contribuye a la falta de control y el abuso, ambos factores de riesgo para desarrollar una dependencia.
¿Qué está fallando en nuestra sociedad?
Si bien una de las características de la especie humana es su capacidad de adaptación, es posible que la rapidez con la que avanza la tecnología esté superando nuestras competencias para ajustarnos a la nueva realidad. La población en general se ha visto desbordada ante la imparable digitalización de los actos más cotidianos, desde realizar una gestión administrativa hasta recibir atención sanitaria. Es posible que las nuevas generaciones se sientan cómodas, incluso prefieran este modo de vida, pero un porcentaje de la población no termina de aceptar esta nueva realidad lo que puede generar incomprensión, impotencia o rechazo. Esta brecha generacional respecto a las nuevas tecnologías se traduce en un escenario que dificulta la necesaria supervisión que deben ejercer las familias para proteger a menores. Paralelamente los patrones de consumo instalados en la población general, y especialmente en los más jóvenes, se caracterizan por la inmediatez, el anonimato, la ausencia de límites y la escasa reflexión de las posibles consecuencias. Esta ilusión (“lo tengo todo, ahora y sin esfuerzo”) contrasta con una realidad en la que, para conseguir un trabajo, una vivienda, mantener una relación o permitirme acceder a determinados bienes y servicios requieren un esfuerzo, constancia, paciencia y, en muchos casos, tolerar la frustración de no alcanzar el objetivo. No es de extrañar que el mundo digital se haya convertido en una realidad mucho más atractiva donde refugiarse cuando el entorno se percibe hostil y agotador.
«Un factor de vulnerabilidad clave es sin lugar a duda la edad, especialmente la infancia y adolescencia, donde los mecanismo de autorregulación y autocontrol aún no se han desarrollado»
Bayta Díaz
¿Cuál es el perfil de una persona vulnerable?
Sin duda rasgos asociados a la impulsividad, baja tolerancia al aburrimiento o a la frustración, problemas emocionales, dificultades de integración social o presencia de un trastorno mental son un buen caldo de cultivo para desarrollar una adicción, ya sea a una sustancia o a una conducta, como es el caso del trastorno por juego. Pero cuidado: cualquier persona puede ser vulnerable en un momento concreto de su vida. Los conflictos familiares, los problemas en el ámbito laboral (bajas prolongadas, excesiva presión en el trabajo, jubilación, etc.) o situaciones vitales traumáticas o estresantes también son factores de riesgo para refugiarse, abusar o desarrollar una adicción comportamental. El perfil de jugador o jugadora con bajos ingresos, problemas psicológicos previos o menor nivel sociocultural puede ser común pero no el único que encontramos en tratamiento, cada vez es más habitual encontrar pacientes con estudios superiores, trabajos cualificados con elevados ingresos estables, familias perfectamente funcionales y sin aparentes problemas previos. Es, por tanto, necesario sensibilizar a la población de que cualquier persona puede ser susceptible de desarrollar una adicción si se dan las circunstancias que lo propician. No obstante, un factor de vulnerabilidad clave es sin lugar a duda la edad, especialmente la infancia y adolescencia, donde los mecanismo de autorregulación y autocontrol aún no se han desarrollado (no olvidemos que las áreas cerebrales asociadas al control conductual no terminan de desarrollarse a bien entrada la segunda década de vida). Es esta población la que requiere mayor atención en las políticas y estrategias de prevención, ya que desarrollar una relación problemática con el juego o nuevas tecnologías en edades tempranas es un fuerte predictor de problemas graves en la edad adulta.
Bajo tu experiencia, ¿cuál es la mejor estrategia para prevenir? ¿es muy difícil conocer las herramientas adecuadas para la detección temprana?
Para prevenir en primer lugar es necesario sensibilizar a la población general, y especialmente a los profesionales de la salud, de que los riesgos existen: si no hay conciencia del problema o se minimizan los primeros signos de alerta difícilmente se buscará ayuda. En este sentido, de manera similar que se informa de otros riesgos para la salud en cuanto a alimentación, enfermedades físicas o hábitos poco saludables, en el ámbito de las adiciones comportamentales debemos hacer un esfuerzo para realizar campañas de sensibilización y promoción de la salud digital, especialmente en la población joven, pero también en familias y profesionales del ámbito educativo. Los profesionales socio sanitarios deben conocer los primeras señales de alerta para poder aplicar un protocolo de detección temprana y evitar que los problemas con el juego o con las nuevas tecnologías se agraven. De hecho, contamos con herramientas, cuestionarios breves o herramientas de screening que son fácilmente aplicables tanto en atención primaria como en los servicios sociales. Estos instrumentos son de fácil aplicación en el marco de una consulta inicial y puede permitir a los profesionales derivar a servicios específicos en caso de identificar posibles problemas con el juego o con el uso problemático de nuevas tecnologías.